¿Tu vida tiene un rumbo? Hay quien sólo se deja llevar por la vida como un barco a la deriva. Se vive sin más, con la monotonía de los días y los años. Se hace lo de siempre, lo que todos hacen, lo que se espera de mí que haga. Pero ¿hacia dónde voy? Hay que pararse y pensar cúal es el rumbo de mi vida, hacia dónde me dirijo, cuales son mis metas, qué quiero hacer con ella. ¿Vivir sin más? ¿Sin rumbo? Es una posibilidad que muchos escogen. Pero también cabe lo contrario. Tomar el timón con firmeza y enderezar la proa hacia un horizonte determinado, hacia un puerto concreto. La vida no es un paseo por el estanque de un parque lleno de patos y algún viejo cisne en medio de aguas verdosas y sucias. Aunque para muchos eso es la vida. No te conformes con un charco cuando puedes navegar por mares inmensos y desconocidos. Quien no se arriesga nunca dejará la placidez de la orilla, pero merece la pena lanzarse a mar abierto y vivir la aventura. El seguimiento de Cristo es la verdadera aventura, el viaje de tu vida, la ruta que te lleva al puerto más seguro. No te quedes en la playa mirando el mar, lánzate a las aguas profundas y rema mar adentro sin miedo.
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