El Señor, por boca del profeta Isaías, nos dice: "En el tiempo de gracia te he respondido..." Dios nos escucha siempre y no deja de responder a nuestras oraciones. El Señor es fiel a sus promesas y a su Alianza. El nos llama a vivir en su gracia, a dejar las obras de las tinieblas y a obrar el bien. "Venid a la luz", dice el Señor. Jesús es la luz del mundo, déjate iluminar por él, acude a él que jamás rechaza al que se acoge a su misericordia. Este tiempo de Cuaresma es un tiempo verdaderamente de gracia, el momento de convertirnos de verdad y en serio al Señor, de decidirnos de una vez por todas a seguirlo dónde quiera que vaya, cuando quiera y como quiera. Es el abandonarse con confianza en la voluntad de Dios. Ese santo abandono es el que te traerá la paz y la quietud al corazón. Andamos siempre inquietos y nerviosos por tantas cosas, y es sobre todo porque queremos hacer nuestra "santa" voluntad y deseamos encima que Dios la bendiga. Nuestra voluntad tiene que ser la voluntad del Señor, nuestro querer el querer lo que el quiera, dónde, cuando y como él quiera. El sabe infinitamente más que nosotros y sólo desea nuestro bien. Déjate guiar por el Señor, no seas como el pueblo de Israel del que Dios decía que era un pueblo de dura cerviz e incircunciso de corazón. Sé dócil a la voluntad del Señor, escucha su voz y acude a él con confianza. Como nos dice el Salmo: "El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas". No dudes y verás las maravillas de Dios en tu vida. El mismo Jesús cumplió también la voluntad del Padre para darnos a nosotros ejemplo de como actuar. En el Evangelio el mismo Señor nos dice: "porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió". Ojalá podamos también nosotros decir lo mismo cada día.
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