ERES ÚNICO... PARA ÉL


Tú eres único para Dios. No hay dos iguales. Todos somos irrepetibles para el Señor. Cuántas veces he oído eso de que nadie es imprescindible, ¡que duras palabras! Ningún ser humano es prescindible pues es un hijo de Dios que le ha costado nada más y nada menos que la sangre preciosa de Cristo. Todos hemos sido creados por el amor y para el amor, y todos estamos desde toda la eternidad en el corazón de Dios. A fuerza de repetirnos desde pequeños las cosas negativas que hacemos, lo malos, lo ignorantes, lo torpes  y lo inútiles que somos, ..., hemos terminando viéndonos de una manera extremadamente negativa y pesimista. ¡Qué pocos han confiado en nosotros y nos lo han dicho! Son más los que han visto en nosotros la botella medio vacía o vacía del todo, que aquellos que la han visto medio llena. Pocos a lo largo de nuestra vida que nos han animado de verás, que han valorado lo que hacemos, que han sabido descubrir en nosotros los dones que Dios nos ha regalado. El único que siempre ha estado a nuestro lado porque nos conoce realmente, aunque no nos hemos dado cuenta del todo,  ha sido y es Dios. El siempre ha confiado en nosotros y ha contado con nosotros. Nos quiere más que a las niñas de sus ojos y jamás dejará de amarnos porque él es Amor. Descubre esta Cuaresma ese tesoro que llevas dentro de tu vasija de barro. No te quedes en el barro, es lo que muchos sólo ven de ti y quizás tú mismo también. Mira más adentro y verás las cosas buenas que hay en ti. No sólo hagas una lista de lo malo, hazla también de lo bueno y acto seguido dale gracias a Dios por tanta bondad y belleza que ha puesto en ti. Recuerda, tú para Dios eres único e irrepetible.

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